Fantasmas

  
En la tibia oscuridad del descanso,
en la suave pasividad somnolienta,
se da la obertura a la violenta cadencia.

El aire corre como las olas de un mar en tormento;
hace lento el tiempo
y al cerrar los ojos en umbra, los siento.

Ellos rodean mi lecho;
vagan de un lado a otro, llorando el desprecio.
Gritan para ser salvados; gritan, están atrapados.,

encerrados en la negra armonía
que les llevó la mente, que les robó la esencia.
Intentan inútilmente volver a la vida.

Menguan, se esfuman y cantan.
Respiran tétricamente, tan cerca…
que la niebla de los sueños que me cubre se espanta.

El miedo vuelve; el frío me envuelve.
La agitación se hace inmensa.
Mi corazón golpea con fuerza intensa.

Mi alma se quiere unir al delirio etéreo
para huir, para dejar de sentir en este frío encierro:
el dolor, la alegría y el miedo…

Los sonidos me estremecen, el final se acerca,
y me siguen rondando los haraposos fantasmas.
¿Es este el momento de dejar también mi esencia?

La desesperante angustia, ellos sintieron;
en el caótico final de una melodía murieron.
Creyeron estar entregándose al cielo:

no hubo cielo, ni la nada, ni el infierno.
No lograron escapar del sufrimiento.
Atrapados en el aire sin voz, sin razón; ¡es eterno!

Silencio…; ya no los siento. Ha terminado la agitación.
Decido permanecer en la placentera tristeza.
Se extingue el miedo hasta la siguiente canción...
  
Morgan Le Sorcier. 19-05-10