El pozo de la vesania

  
Al final del pozo de la vesania,
hay un puñado de serpientes
que guardan con celo vehemente
la estaca que detendrá la sabia
y la daga que reparará la mente,

deteriorada como un árbol interfecto
que deja caer sus últimas hojas muertas
—estremecidas por el incesante viento—.
El pozo de la vesania espera
que caiga al fondo con las alas secas.

El aire me golpea con desprecio.
Después de mi rostro, las lágrimas se elevan.
Tengo el alma congelada en el pecho;
mientras me precipito con violencia,
siento que abandonará mi cuerpo.

Me estrello contra el suelo pardo;
la sangre brota de entre mis labios.
El dolor intenso me deja sin voz,
pero no es más agudo que el que provocó
mi caída a estas profundidades de horror.

Puedo ver un punto del cielo
y la mano sosteniéndola sobre mí;
con furia clava la estaca en mi cuerpo.
Busco la forma de escapar de aquí;
el reflejo injurioso me mantiene preso.

Cada grito estremecedor
hace sentir su eco en las paredes.
Las piedras cortan mi voz
y cada lamento vuelve,
buscando calmar el intenso dolor.

Sé que no es suficiente.
Desde mi alma se desliza la culpa con amargura,
regando esta herida reciente.
Ahora corta mis brazos en toda su anchura
sin resistencia alguna.

El suelo se tiñe de rojo tormento.
Descienden cascadas de sangre,
llenando este profundo encierro,
ahogando el ardor de la carne.
Invade el aroma del hierro.

Me eleva el tibio manto carmesí.
Estoy libre de todo el dolor y sufrimiento.
Era la única forma de salir
y escapar de mis propios pensamientos.
Es mi única forma de sobrevivir…
  
Morgan Le Sorcier. 30-08-13

Por miedo

  
Un día, decidiste desvestir al mundo de lo bello;
tu mente imaginó todo en blanco y negro.
No existe, para ti, marrón de tierra ni celeste de cielo.

En el bullicio, este mundo estuvo sumido;
echaste al espacio todo el sonido:
los gritos, la música, los cantos y el ruido.

Tragaste el sentir de humanos y animales;
ya no quedan en el mundo odiosos o sentimentales.
No quedó llanto, risa, ni emociones triunfales.

Hiciste mezclarse frío y calor:
la nieve no hiela; el fuego en la piel no provoca dolor.
Invierno, verano; ya no hay distinción.

Todo en pulcro blanco y aterrador negro.
Este profundo silencio, tú en medio.
Toda esta ausencia de todo… y solo por miedo.
  
Morgan Le Sorcier. 17-05-12

Anhelo letal

  
Todos los errores deben ser corregidos,
si se presenta la oportunidad,
pero ¿cómo se repara una mente rota?,
¿cómo se recolectan los mil fragmentos de un alma?

No puedo reparar esto.
Buscando la falla, solo encuentro frente a mí el espejo
y comienzo a decaer nuevamente;
directo hacia lo que siempre he sido:
esta bella y devastadora tristeza que florece
y que lanza sus raíces como un abrazo letal sobre mí.

Esta mente se oscurece y se pierde.
Aquí voy a mi tan ansiado viaje.
Aquí voy nuevamente a la muerte en vida;
a la placentera relajación del deceso de las esperanzas
y otra vez siento que quiero morir
y otra vez siento que quiero sangrar.

Anhelo letal.
Abrazo de muerte.
Suspiro en la eternidad.
Mi alma se pierde.
Mi vida se pierde
en cada respiro
y en trance irrenunciable yo sigo
en caída libre hacia el castigo
por el error que no puede ser corregido.

Cada vez más cerca del final,
pero aun así, algo dentro de mí se resiste.
Aun así, no logro dar mi último grito,
anunciando que yo ya no sigo.
No puedo corregir este error.
Nunca debió haber sido...
Nunca… 
  
Morgan Le Sorcier. 16-01-12