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Yo nunca
Jamás podré descansar
de los recuerdos que me hacen llorar.
Soy quien debe estar cuando las cosas van mal
para verlas terminar.
Por eso, el cielo no me pertenece
ni la paz.
No seré, nunca llegaré ni lograré.
No importa cuánto lo intente;
no seré quien ilumine uno de tus días.
Yo no contaré esta historia antes de mi muerte;
no seré quien sobreviva.
Sé que me dormiré entre tus brazos
para despertar cautivo entre espinos.
Entonces, mis lágrimas regarán tu regazo
mientras mi alma se pierde en el olvido.
Mi voz no se escuchará;
no voy a gritar más.
Seré nadie en la inmensidad.
Seré nada de lo que necesitas,
nada de lo que esperabas.
Yo no seré quien te haga falta.
Mucho antes de inquirir tu mirar,
supe que no me podrías amar
y apenas comencé a sentir por ti,
que nunca sentirías lo mismo por mí.
No intentaré estar sobre lo que nos separa.
Ni soñaré con finales felices.
No volveré a desgarrar mi alma
tratando de evitar un desenlace triste.
Morgan Le Sorcier. 29-08-11
El Brujo que vivió durante un día
«El Brujo que vivió durante un día se despide del Príncipe del beso de la vida».
Un Brujo de alma negra le habló un día,
usando su magia oscura a la distancia,
a un Príncipe misterioso que no conocía.
La conversación fue entretenida y sin ansias.
En el agua de la fuente, el Brujo veía
la cara del Príncipe, que en su castillo estaba;
con rostro alegre todo el tiempo reía,
le causaba gracia lo que el Brujo le hablaba.
Un día, el Brujo le dijo al azul sanguíneo:
déjeme conjurar para ir donde usted esté.
El Príncipe dijo sí, y acordaron el sitio.
El Brujo buscaba amistad, mas no lo que vendría después.
La noche de aquel día se conocieron al fin
bajo la mirada de la luna en la ciudad.
En sus bocas, pusieron sabores fríos mientras caminaban por ahí
y en la carrosa del Príncipe, buscaron la soledad.
El Brujo tenía veintiún conjuros de invierno en las manos;
el Príncipe por siete más lo pasaba.
Brujo ya impuro, pero jamás amado,
sintió lo que es estar vivo; el Príncipe lo besaba…
Pequeño Brujo se olvidó de sus heridas y del hastío;
caminaba por las calles ausente de la realidad.
Ya no quería morir; deseaba estar para siempre vivo.
El negro vacío se llenó de pronto de claridad.
El Brujo esperó y buscó. Pasó tanto tiempo…
El Príncipe desapareció; las plegarias casi no contestó.
Cada hora que pasó, la oscuridad volvió a su reino
en el corazón y alma del Brujo, otra vez lo invadió.
El Brujo (hurgando el mundo en el agua) miró
en un paseo nocturno con tristeza lo que temía:
el Príncipe anunciaba a viva voz
que un amor con otro hombre tenía.
El brujo le preguntó al Príncipe —¿por quién me cambió usted?
El Príncipe respondió —me enamoré; no lo pude evitar.
El Brujo se despidió, mostrándole la realidad cruel;
no aceptó la idea del Príncipe de continuar con una amistad.
Con lágrimas en los ojos, el Brujo decidió:
todos los caminos que daban al Príncipe, hizo desaparecer.
Con una daga, mató todo lo que por el Príncipe sintió;
como tantas veces, su alma vio desfallecer.
Cuando el Brujo despertó del letargo en el abismo,
miró su alma, otra vez herida y consumida;
se levantó para seguir con sus conjuros y hechizos;
después de todo es brujo y, como tal, sabía lo que pasaría…
Morgan Le Sorcier. 23-08-10
Dios quiere engrandecer al protector de los hombres
«Desde las primeras horas del día, siento que me hace falta tu compañía. En la soledad, levanto mi cuerpo cansado, que solo anhela tenerte a su lado».
Mi mente viaja tan lejos: pasa sobre bosques espesos,
sobre montañas y cerros, sobre ríos inmensos;
todos ellos se pierden rápido bajo mi vuelo
y yo me pierdo entre las ligeras nubes que me privan tu cielo.
Cuando al fin te encuentro,
me dejo caer como un paño gastado sobre tu techo;
desde allí, tendido, te observo.
Me gustaría poder descansar sobre tu pecho.
Imagino tu tez y tus ojos perdidos
en el horizonte vacío y sombrío;
mi horizonte no es menos oscuro, no está menos vacío.
Somos dos mentes perdidas, dos guerreros vencidos.
En mi, florece la incontenible necesidad
de tocar tu cara, tus manos.
Olvido lo lejos que estamos
y yo necesito sentir el calor de tu humanidad…
Como un loco en su trance desconocido,
levanto mi mano para alcanzarte,
sin recordar que solo mi mente ha recorrido
toda esa distancia en un ínfimo instante.
Casi escapo sin querer de mi cuerpo
al intentar robarte un beso.
Todo esto es un sueño; estoy seguro de eso,
pero me siento bien aquí, por eso, aún no despierto.
Mi respiración se convierte en suspiros, se hace lenta.
Mi ser se estremece al notar tu ausencia.
La realidad fría y sincera me ha traído de vuelta.
Triste contemplo como ante mí… se desvanece tu esencia…
Morgan Le Sorcier. 14-02-10
Muy alto
«Así es como se muere la amistad y el amor»
I - Todo se ve hermoso desde aquí
Me llevas cada vez más alto.
Dibujas en mi tiempo los días;
los haces parecer capítulos de una historia vacía
o de una obra de teatro
que nadie sabrá cómo termina.
Haces que parezca que me encuentro con vida,
¡no porque respiro estoy realmente vivo!
Me diste un par de grandes alas
para que con ellas al tercer cielo volara.
Me diste una nube suave
que me lleva sobre hermosos mares;
una sonrisa gigante que está puesta en mi cara,
¡apenas cabe!
Cada día apareces y me espantas los males…
Cuando estás tú,
mi mundo se cubre de luz…
Pero nada de lo bello que hay aquí es eterno;
sé que pronto llegará aquel día funesto
en que la devastación fría me haga caer enfermo
y termine mi llanto amargo de ahogar todo esto.
II - La pelea del final
Combatiste con indiferente silencio mi ira;
no notaste que desde antes, yo mismo la combatía;
esta nunca te tocaría.
Al notar tu ausencia, silencié mis pensamientos también
y tragué cada palabra de afecto que había hilado para ti.
De la madeja mal trecha, intente rescatar un aliciente
para seguir respirando; solo encontré una nota suicida
que dejó una amistad perdida.
En aquella declaración dolorosa decía:
«el silente maquinar de mis sentimientos más profundos
ha contagiado mi alma y ha adormecido mi cuerpo eternamente».
Quizá sea mejor así:
con un lúdico juego, te escondes y…
también intento ocultar la tristeza que en mi cara es evidente.
No voy a criticarte porque no lo mereces,
pero me dejo de ti… porque ahora la oscuridad
ahoga cruelmente a la felicidad;
reclama el trono que un día dejó solo como un acto de piedad...
III - Desilusión
Cerca del inevitable final, la inevitable verdad,
sentí los latidos fuertes de mi corazón como si intentara salir de mi;
se llenó lentamente de tristeza que me hizo tiritar; mi voz se hizo débil.
Ahora el vacío de mi alma me termina de consumir.
Ya no puedo evitar pensar cada segundo en ti.
Quizá sea cobarde, pero quiero anestesiar mi mente:
perderme en un oscuro abismo de sueños
o invadirla de sinfonías dolorosas
para que sus melancólicas melodías
me ayuden a liberar la inmensa tristeza que ahora siento.
La desolación, que antes contemplaba tranquilo
desde mi asiento en la oscuridad,
ahora me envuelve. Los detalles me lanzan al suelo.
Mi mente vacía, sin chispas de vida,
estará inmersa en la profunda negrura del mundo sin luz,
cautiva…, perdida.
Morgan Le Sorcier. 28-12-09
Demasiado malo para ti
Cada vez que te veo
en el inmenso caos
del que tú no eras parte,
siento el frío de tu corazón.
Tu sangre,
gélido puñal de odio
desgarrando mi alma.
Te destruyes;
se siente mal ser el culpable.
Mueres, mientras planeo… yo…
mi lento suicidio.
Quisiera que pudieras perdonarme,
olvidar…, olvidarme de ti
antes de dejar caer la última lágrima.
Todo está mal aquí;
debes correr muy lejos.
Espero puedas vivir
fuera del dolor.
No puedes dejar a la oscuridad, no.
No puedes ser uno más.
Intenta olvidar que estuve,
quítame de tu mente.
Sé que nada puede,
nada debe
impedir mi muerte.
Y sé que debí extinguir
hace tiempo mi existencia
por ti, para no hacerte sufrir.
Por fin logras entender,
finalmente, sabes que
habemos algunos
incompatibles con el mundo.
Si estamos,
molestamos.
Si faltamos,
eso no importa,
¿tampoco importa para ti?
No importa para ti…
Tu mirada
trastorna mis sentidos.
Mi alma se consume en tu odio…
y eso no te importa.
Morgan Le Sorcier. 10-01-08
Estoy fuera
Intenté formar parte de ti,
quise alcanzar tu camino;
no esperaste por mí.
Ya no puedes regresar.
No estaré donde mis sueños terminaron,
no donde me abandonaste un día.
Ha pasado tanto tiempo;
he dejado de ser y tener fin.
Ha pasado tanto tiempo;
he olvidado cómo vivir.
Si agoto todas mis fuerzas por ti,
nunca lo notarás.
Si tú ya no estás aquí,
moriré de tristeza por no verte más.
Aún puedo escuchar tu voz.
Crees saber que soy real.
Ya no estoy en tus recuerdos
(no intentes buscar más):
jamás podrás encontrar
a quien ha estado por siempre aquí.
Cuando logres ver mis ojos
por primera vez,
intentarás buscar algo bueno en mí.
Entenderás que siempre fui
parte de un mal sueño
del que aún intentas despertar.
Cuando logres ver mis ojos,
preguntarás por qué…
Ha pasado tanto tiempo;
he dejado de ser por ti,
olvidé cómo vivir.
Cuando logres ver mi alma
llena de dolor,
te preguntarás por qué…
Siempre estuve contigo;
no pude seguir tu camino,
no pude y me olvidaste.
Siempre fiel y silencioso testigo
de tu vida… amigo.
No soy solo un sueño.
¿Puedes verme ahora?
¿Puedes esperar por mí… ahora?
Morgan Le Sorcier. 28-10-07
Mi destino seguro
«Aunque me vea tranquilo, en mi mente siempre hay una tormenta y mi corazón está roto, sangrando su esencia».
Busco en mi mente el brillo de tu mirada;
solo puedo recordar tus tristes ojos.
Busco en mi corazón vacío
el latido que dejaba tu alegría;
solo encuentro el llanto,
la desolación de tu vida.
Un día te vi y supe que eras tú,
quien parecía no existir,
por fin frente a mí.
Con tu dulce voz llenaste el silencio de mi ser.
Diste paz a mis sueños
solo con tu presencia en ellos.
Tu esencia se quedó en mi alma,
tus besos en mi piel.
No puedo creer que ya no te veré más.
Sin ti… sin tu alma no hay paz en mi interior.
Como siempre, el viento tibio mueve las hojas secas,
seca mis lágrimas que las tiñen de dolor.
No puedes partir aún.
—Todos debemos hacerlo algún día.
No me dejes solo.
—Siempre estaré contigo.
Ya no sentiré tu calor;
no me puedes dejar.
—Estoy cansado de vivir.
Sin ti no soy nada.
—Debes continuar sin mirar atrás.
Podría estar mil años junto a ti;
sentir tu cuerpo junto al mío
por el resto de la eternidad.
Si pudiera verte sonreír una vez más
antes del final,
calmaría en parte el dolor de tu partida.
Amor, no entiendo por qué tú te tienes que ir;
no sé cómo podré vivir,
si en mi mente hay una tormenta
y sin ti, mi corazón está roto, sangrando su esencia…
Morgan Le Sorcier. 19-10-07